La Leyenda de la Rosa
Héctor y Nicolás ahora corrían por un largo pasillo de baldosas blancas, y ladrillos negros..
De pronto. otro temblor más, y ambos casi tropiezan cayendo de cabeza al suelo, pero sin perder el equilibrio siguieron corriendo.
En esos mismos momentos, Abel veía llegar otro ogro más, y luego de este, otro, y otro más, entonces retrocedió corriendo tras sus amigos.
-¡Son demasiados!
Ya alcanzando a sus amigos, estos miraron hacia atrás viendo todo un ejercito de ogros, demonios, gigantes, fantasmas, ¡y quién sabe cuantas aberraciones más!.
Comentarios